Innovación metodológica en la formación para el empleo ante los retos del mercado de trabajo del siglo XXI

07/11/2022

Juan Antonio Sánchez Corchero. Presidente de la Fundación ASPASIA.

Pedro Badía Alcalá. Director del Observatorio de la Fundación ASPASIA.

El concepto de innovación ha ido creciendo, y ganando peso, hasta el punto de convertirse en un factor de cambio para garantizar la supervivencia de los diferentes sectores de producción y del sistema laboral tanto de nuestro país como en la economía global.

España y Europa han entrado en un proceso de cambio que va a tener un gran impacto en el futuro de la cultura y de la economía. Han cambiado las reglas del juego. Y para los sectores público y privado de la formación el conocimiento como un elemento de transformación y resiliencia; y la innovación como un proceso permanente de análisis de la realidad son dos factores esenciales para avanzar y mejorar.

Conocimiento e innovación son, en este momento, y lo serán en el futuro, los pilares más importantes, para afrontar los retos de un nuevo paradigma económico y cultural enmarcado en el cumplimiento de la Agenda 2030 y de su implementación en la Unión Europea. En una sociedad marcada por la incertidumbre, la complejidad y la volatilidad; por el cambio continuo, la constante más importante de nuestros días, el conocimiento y la innovación nos van a permitir hacer frente al reto de la volatilidad del mercado, y a entender la incertidumbre como un referente que nos debe mantener alerta desde la formación permanente, continuada en el tiempo, caracterizada por su dinamismo y flexibilidad, que nos capacite para mirar al futuro con amplitud y confianza.

Conocimiento e Innovación son, a partir de este momento, los elementos indispensables para fortalecer la competitividad del sector de la formación y visibilizar el trabajo en red entre iguales en el sector privado, así como en la relación pública y privada.

La competitividad de la empresa tiene más que ver con la idea de colaborar, es decir, del apoyo mutuo, que con la confrontación por intereses que, en la mayoría de los casos, terminan debilitando al conjunto del sector, en nuestro caso el de la Formación.

Hablar de innovación exige hablar de innovación metodológica, e indisolublemente de la evaluación como un elemento esencial de esta.

La innovación metodológica es un factor clave para el desarrollo del sector de la Formación y, en general, para el desarrollo de las políticas educativas, culturales, sociales y económicas de los países más avanzados. No estamos hablando solo de incorporar tecnología, sino de tener un proyecto empresarial capaz de vislumbrar cuáles son los retos que debemos acometer en un futuro próximo, que es hoy, ya, y cómo debemos afrontarlos. La innovación metodológica debe sostenerse sobre fines, objetivos, contenidos, estrategias de actuación, técnicas de trabajo y evaluación. Evaluar, para mejorar, avanzar y redirigir nuestro proyecto en la dirección adecuada. 

Para un sector tan complejo como es el de la Formación, la innovación metodológica nos va a permitir encarar el trabajo en el marco de la nueva Ley Orgánica de Formación Profesional, con más calidad y mejor adecuación entre la inversión y el servicio educativo que se oferta.

Hoy la innovación metodológica es un elemento central en la proyección del sector de la Formación, no olvidemos que estamos hablando de educación; y decisivo por su impacto en la economía y en el mercado de trabajo. Necesitamos innovar, porque necesitamos avanzar y mejorar. Es fundamental convertir la innovación en un proceso transversal, colaborativo, del proyecto de empresa, con impacto en los fines y objetivos, los desarrollos, las estrategias, las técnicas de trabajo, la utilización de las tecnologías, la gestión del conocimiento y de la política financiera y, en definitiva, en el conjunto de la organización y la actividad, en nuestro caso, formativa.

Tenemos que facilitar una vida educadora más inquieta y autocuestionadora del sentido de educar, de formar, dando cabida al alumnado, implicándonos como docentes y empresarios en iniciativas innovadoras conjuntas, en aspectos didácticos, tecnológicos, de orientación e inserción profesional que favorezcan la mejora continua de los procesos formativos en la Formación Profesional.

No obstante, no todo es innovación, y hay que estar muy atentos y atentas para no caer en modas que nos hagan sentir el lampedusiano “cambiar todo para que nada cambie”.

En estos tiempos caemos con frecuencia en la trampa de identificar la innovación con el uso de las tecnologías de la comunicación y el aprendizaje. Gran error. Si la innovación no sirve para crear, para fortalecer una formación de calidad, con equidad, para afrontar los retos del futuro con garantías, para aprender más y mejor, no sirve para nada.